Como ha llegado el invierno hemos empezado a aprender cosas sobre él y para ello nada mejor que motivarlos con un cuento, ayer les conté este y… ¡les encantó! os lo pongo por si queréis volver a contárselo en casa
ÉRASE UNA VEZ UN PAJARITO QUE VIVÍA EN UN FRONDOSO BOSQUE. UN DÍA DE OTOÑO, EL VIENTO
SOPLÓ TAN FUERTE QUE HIZO CAER AL SUELO AL PAJARITO.
EL POBRE PAJARITO SE ROMPIÓ UN ALA AL CAER. POR ESO NO PUDO VIAJAR CON LOS OTROS PÁJAROS
A ESE LUGAR CÁLIDO AL QUE LAS AVES VAN A PASAR EL INVIERNO.
–POR FAVOR, ¿PUEDO ABRIGARME CON TUS RAMAS CUANDO LLEGUE EL INVIERNO?
EL ÁLAMO CONTESTÓ:
–¡NI SE TE OCURRA! NO PUEDO ESTAR PENDIENTE DE TI.
Y EL POBRE PAJARILLO NO TUVO MÁS REMEDIO QUE MARCHARSE.
–ROBLE, ¿PUEDO PROTEGERME DEL MAL TIEMPO ENTRE TUS HOJAS?
–¡NI HABLAR! ¡NO ME GUSTA QUE LOS PAJARILLOS ANDEN ENTRE MIS HOJAS! –CONTESTÓ EL ROBLE.
–SAUCE, ¿PUEDO RESGUARDARME DEL FUERTE VIENTO EN TU TRONCO?
–¡NO! SI TE DEJO VIVIR EN MI TRONCO, LO MANCHARÁS CON TUS PLUMAS.
–ABETO, ¿PUEDO PASAR EL INVIERNO ENTRE TUS RAMAS?
Y EL ABETO RESPONDIÓ:
EL PINO, QUE LO HABÍA OÍDO TODO, DIJO:
–PAJARITO, YO TAMBIÉN TE AYUDARÉ. Y, CUANDO SOPLE EL VIENTO, ME DOBLARÉ HACIA EL ABETO.
LA ENCINA, QUE ESTABA MUY CERCA, AÑADIÓ:
–¡SÍ, PAJARITO, QUÉDATE! Y, SI TIENES HAMBRE, PUEDES COMER MIS BELLOTAS.
EL PAJARITO, CONTENTO, DECIDIÓ QUEDARSE CON AQUELLOS ÁRBOLES.
UN DÍA, POR FIN, LLEGÓ EL INVIERNO Y LE DIJO AL VIENTO:
–VIENTO, PUEDES JUGAR A ARRANCAR LAS HOJAS DE TODOS LOS ÁRBOLES DEL BOSQUE. DE TODOS,
MENOS DE LOS TRES QUE HAN AYUDADO AL PAJARITO.
ENTONCES, EL VIENTO SOPLÓ Y SOPLÓ CON FUERZA HASTA CUBRIR TODO EL BOSQUE DE HOJAS.
PERO, COMO ERA MUY OBEDIENTE, NO TOCÓ AL ABETO, NI AL PINO, NI A LA ENCINA.
Y, POR ESO, AQUELLOS TRES ÁRBOLES FUERON LOS ÚNICOS QUE CONSERVARON SUS HOJAS ESE
INVIERNO… Y EL SIGUIENTE… Y EL SIGUIENTE…
Y ASÍ PASÓ Y PASARÁ SIEMPRE. (ADAPTACIÓN; M. CASTRO)